En la Edad Media, los bufones formaron parte de atractivos y
diversiones que nutrían las cortes de los reyes por sus características físicas
o mentales. Sus “minusvalías” o “grados de deficiencia” (terminología propia de
la época) los tornaba llamativos ante los ojos de los cortesanos. Entre ellos
podían encontrarse: enanos, personas con hidrocefalia o alguna enfermedad congénita,
etc. En la foto puede observarse a Sebastián de Morra, quien, dentro de este
grupo clasificado como “bufones”, integró la corte de Felipe IV. Sin embargo,
en servicio del príncipe Baltazar Carlos, de la corte anteriormente mencionada,
recibió un gran cariño y respeto por parte del mismo, quien le otorgó el
termino de “don”, destinando un criado a sus servicios. Identidades
como las de Don Sebastián de Morra, al igual que muchas otras historias similares, han sido reconocidas gracias a los retratos
de Diego Velazquez, pintor de la corte.
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